martes, 2 de julio de 2013

Joey Dunlop, el hombre y el mito



Joey Dunlop. Un nombre. Un apellido. Aparentemente comunes, pero que al leerlos o escucharlos juntos hacen que se me humedezcan los ojos de emoción. Porque él, Joey Dunlop, es el último y más grande de una raza de pilotos únicos. De esos que eran capaces de realizar cosas extraordinarias sin darle importancia, siempre con un halo de romanticismo alrededor. De esos que cuando ya no están entre nosotros los convertimos en mitos, los recordamos y los echamos de menos. Porque a pesar de haber sido excepcionales, eran hombres sencillos.
 
Hoy hace trece años que nos dejó haciendo lo que más le gustaba. Una carrera de segunda categoría nos arrebató a una persona de primera. Murió el hombre, nació el mito.

 
El día que supe de su muerte no me lo podía creer. Hacía un mes que había sido feliz al leer en una revista el titular “El abuelo vuelve a ganar”. Acababa de conseguir su vigésimo cuarta victoria en el Tourist Trophy. Pero ese día la más absoluta tristeza se apoderó de mí. Joey Dunlop era un personaje muy especial. Encarnaba todo el romanticismo de las carreras. Un tipo sencillo pero tremendamente rápido encima de la moto. Una persona que tras ganarte, te invitaba a una cerveza y te contaba en que curva había apurado más…
 

William Joseph Dunlop nació el 25 de Febrero de 1952 en Ballymoney, ciudad del Condado de Antrim, en Irlanda del Norte. Desde muy joven sintió pasión por las carreras. Algo normal en una tierra que alberga pruebas como el Ulster GP o la North West 200. En 1969, a los diecisiete años, consigue comprarse una Triumph Tiger Cub de 199cc. Le costó cincuenta libras, ganadas en varios trabajos como albañil, soldador y camionero. Con ella se estrenó ese mismo año en la competición, en el circuito de Lurghan Park, terminando cuarto.
 
Gracias a pequeñas tareas en el taller en el que trabajaba su padre, obtuvo el dinero suficiente para participar en su segunda carrera, la Carrowdore 100. Tras una intensa lucha con pilotos a los mandos de rapidísimas Bultaco, logró clasificarse con su Triumph en segundo lugar.
 
 
Después de ese año ya no pudo dejar la competición, era lo suyo. Poco a poco empezó a despuntar y conseguir buenos resultados. Primero con su Triumph, luego con Suzuki y con Yamaha, aunque finalmente terminó siendo un piloto 100% Honda. Las victorias no tardaron en llegar en prácticamente todas las carreras urbanas irlandesas: Maghaberry, Cookstown, Carrowdore, Tandagree, Mondello Park, etc.
 
En 1977, consigue su primera victoria en el Tourist Trophy de la Isla de Man, a los mandos de una Yamaha OW 31B, en la categoría Jubilee Classic. A partir de entonces se crea un vínculo mágico entre Joey y el TT. Dunlop queda fascinado por el ambiente, la complejidad de un circuito largo y revirado, y la competitividad de unos hombres inmensamente valientes.


Su forma de analizar una zona del Circuito de la Montaña te hace comprender el coraje y la determinación que gastaba en carrera:
 
“Creo que es donde gano un poco, porque los muros asustan a mucha gente, pero yo no les temo. Puedes pasar bien entre ellos aunque puedes golpearte el casco con la pared porque estás demasiado cerca”.
 
 
En 1980 obtuvo su segundo triunfo en el TT. Comenzaba a ser un piloto muy admirado por la afición. Por fin, en 1982, consigue material de primera fila de la mano de Honda Britain. Ese año comenzó su dominio en el Campeonato del Mundo de F1 TT (el precursor de las actuales SBK) durante cinco años seguidos.
 
Los ochenta fueron su mejor época. Ganó once carreras en el TT en F1, Senior y Junior, entre 1983 y 1988. Pero en 1989 no participó en el TT por las lesiones producidas en un accidente en Brands Hatch. A raíz de ese año pasó una época complicada. Hasta 1992 no volvió a ganar en su isla, en la categoría de 125cc.
 
 
Entre 1992 y 1998 ganó diez carreras en la Isla de Man. Todas en las categorías pequeñas, excepto la del Senior de 1995. No conseguía disponer de un material competitivo que le permitiese demostrar que aún estaba en forma. Pero llegó el 2000 y Honda Britain le consiguió el motor oficial de la VTR SP01 de Aaron Slight. Y Mr. Dunlop, que ya contaba con cuarenta y ocho años, volvió a brillar en el Tourist Trophy. Sencillamente impresionante. Ganó en 125cc, en 250cc y en F1, la que sería la primera victoria de una bicilíndrica desde que Mike Hailwood la consiguiera en 1978. Phil McCallen, que en 1996 había logrado cuatro victorias en el TT y no participó ese año por problemas físicos, declaraba:
 
“Estoy satisfecho de no haber corrido este año. ¿Cómo podría volver a casa diciendo que me ha ganado un hombre de 48 años, cuando se supone que soy un buen piloto?” 


Por desgracia, cuando Joey se había reencontrado con la felicidad, un mes más tarde llegó el final. En una carrera celebrada en Estonia, a las afueras de Tallin, perdió el control de su 125cc y se estrelló contra un árbol. Murió en el acto. El día anterior había ganado en 600cc y unas horas antes del fatal accidente había hecho lo propio en la categoría de Superbike.

A su funeral asistieron más de 50.000 personas llegadas de todo el mundo. Esa cifra te da una idea de la admiración que se sentía por él. Porque fue un gran piloto, pero ante todo fue una gran persona. Un hombre sencillo, que entre carrera y carrera servía cervezas en su Joey’s Bar de su ciudad natal. Joey Dunlop era, es y será siempre muy querido.
 
 
Su palmarés deportivo es extraordinario. Principalmente:
 
•26 victorias en el Tourist Trophy de la Isla de Man (entre 1977 y 2000).
•3 tripletes en el TT: 1985, 1988 (F1, Senior, Junior) y 2000 (F1, 250cc, 125cc)
•5 veces Campeón del Mundo de Fórmula 1 TT (1982-1986).
•13 victorias en la North West 200.
•24 victorias en el Ulster GP.
•15 títulos británicos e irlandeses.
•31 victorias en la Southern 100.
•162 victorias en otras carreras urbanas.
 
 
Pero, además de sus éxitos deportivos, una de las cosas que le hicieron ser una persona especial fue su faceta solidaria con los demás. Poca gente la conoce, pero fueron muchísimos los viajes en solitario a los Balcanes, con su furgoneta cargada de comida, ropa y suministros para los más necesitados, los niños que vivían en los orfanatos de una zona asolada por la guerra. Su incansable labor humanitaria fue premiada en 1996 con la Orden del Imperio Británico (OBE). Ya en 1986, la había obtenido (MBE) por su trayectoria deportiva.
 
 
Hace pocos días he regresado de cumplir un viejo sueño. Un mes en solitario con mi querida Mille por las islas británicas, atravesando España y Francia, con el objetivo de vivir en primera persona el Tourist Trophy. Próximamente escribiré algunas entradas contando el viaje, con la idea de entretener y compartir datos de lo que ha sido una experiencia realmente enriquecedora. Pero ya os adelanto que varios de los momentos mágicos del viaje han sido en torno a la figura de Joey. Diez días en Isla de Man dan para rodar varias veces por el TT Mountain Course, una de las experiencias más excitantes de mi vida. Pero visitar el monumento a Dunlop en la Montaña, a ese Rey que contempla lo que fueron sus dominios, ha sido una de las más emocionantes.
 
 
Siento un enorme respeto, cariño y admiración por este hombre, por toda la estirpe Dunlop. Por eso, tras disfrutar del Tourist Trophy, crucé a Irlanda y tras una visita fugaz a Belfast, me dirigí a Ballymoney. No podría explicaros como me sentí al estar frente al Joey’s Bar… Por desgracia al ser tan temprano estaba cerrado y no pude esperar a que abriesen. Me queda pendiente tomar una cerveza allí, palpar su espíritu en el interior, en lo que tiene que ser un auténtico museo, un templo de la velocidad. Irlanda y sus gentes me han cautivado tanto que no será difícil decidirse a volver.
 
 
A pocos metros del bar se encuentra el Joey Dunlop Memorial Garden. Y entonces sentí que había llegado a un santuario. Una estatua similar a la de la Montaña preside el jardín, con un muro con todos sus logros grabados en letras doradas. Un arco que simula una corona de laurel te conduce a la zona dedicada a Robert. El corazón te explota de emoción. Estar en ese lugar, tributo a los dos hermanos, en su pueblo… viniendo de ver como Michael, sobrino e hijo, se convierte en leyenda viva del TT con cuatro victorias, uf…
 
Al irme, me paro en el semáforo, paralelo a la estatua de Joey con su VTR. Mi mirada fija en él. Al encenderse la luz verde, antes de arrancar, no puedo evitar hacerle las uves, y entonces veo por el rabillo del ojo, que una pareja de ancianos que esperaban para cruzar, me sonríen emocionados... No me avergüenza deciros que brotaron lágrimas bajo el casco durante varios kilómetros.
 
 
Querido Joey, allá donde estés espero que haya cerveza de sobra, porque seremos muchos los que querremos compartirla contigo cuando nos llegue la hora.
 
William Joseph Dunlop
1952 – 2000
KING OF THE ROADS
 
 


NOTA: Este post es una réplica del que escribí en Junio de 2010 cuando era editor de MotorpasiónMoto.
 

Vía y fotos | The Joey Dunlop FoundationIOMTT, WindoWeb.

2 comentarios:

  1. Soberbio artículo!!! Te entiendo perfectamente,el 2013 fue mi 1er. TT y también me emocioné hasta las lágrimas por los mismos motivos. Te envio un fuerte abrazo desde Uruguay.

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    1. Muchas gracias! Me alegro que también disfrutaras de la magia de la isla... Un abrazo!

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